sábado, 12 de diciembre de 2015

PAUTAS PARA DESARROLLAR EL PLAN DE DERECHO EDUCATIVO PARA LA CONVIVENCIA ESCOLAR (PDECE)

1.-Pautas para el desarrollo del modelo y la realización del Diagnóstico Inicial 1. a.-Procesos entrenados, vividos a modo de simulacros, previo al acuerdo entre sectores. El ejercicio de autorrevisión que se propone realizar en los diferentes sectores debería ser “entrenado” antes de su puesta en marcha. Se trataría de realizar un taller en cada sector (Docentes, Alumnos, Padres, no docentes etc.) para que, una vez entendido el proceso y sondeada la propuesta ideal, se ponga en práctica; sin pretender que en el proceso participativo se deba imponer lo ya entrenado. 1. b.-Partir de problemas reales y destacar logros tanto de alumnado e hijos como del docente y tutores. No es posible iniciar procesos de mejora si no existe un consenso entre los implicados que concrete cuáles son las conductas que distorsionan la marcha normal del aprendizaje y la convivencia. Se trata de categorizar los problemas a partir de momentos concretos del día y actividades regladas que aseguran un punto de observación preciso. Es necesario superar las frases ambiguas de “qué clima tan desorganizado”, “cuánta indisciplina”, y ser capaces de identificar y describir las conductas concretas que afectan y enrarecen el clima de aprendizaje. Para realizar el diagnóstico es preciso ser honestos y auto-críticos, y reconocer tanto las conductas disruptivas del alumnado, - en su caso, de los hijos o jóvenes en la calle, como veremos cuando se trate del ámbito familiar o social-, como las de los docentes, pasando por familias, etc. No se pierde autoridad por reconocer que tienen lugar conductas favorecedoras de climas disruptivos; al contrario, con ello el adulto se convierte, en un plano de igualdad, en el garante democrático de un proceso interno de mejora pactado, por lo que se ve reforzada su autoridad y tutoría. El esfuerzo previo que supone tendrá sin duda su recompensa: el alumnado, los hijos, los jóvenes, valorarán el plano de igualdad del diagnóstico realizado, lo que les comprometerá de forma más efectiva. En general, el grueso del grupo de clase dará un paso adelante, en relación con la corresponsabilidad en el aula y la escuela, cuando haya vivido un proceso en el que su voz cuenta y llega a formar parte de la normativa diaria y del articulado de las normas de convivencia escolar. Una vez ganada la mayoría democrática, será posible dedicarle un tiempo especial al reducido grupo de conductas “rebeldes” y a la normativa común establecida. 1. c.-Analizar las causas de las problemáticas mediante talleres y encuestas realizados con ese fin. En paralelo con el análisis y la observación de las conductas diagnosticadas como favorecedoras de la disrupción (a las que habrá que dedicar de especial atención en reuniones de claustro docente, comisión pedagógica, equipos educativos, departamentos, momentos de aula; en familia: encuentros de Asociación de Padres reuniones de sábado en casa; en el campo social: asambleas con asociaciones de jóvenes, con educadores sociales, etc.), hay que analizar la posible causa que existe detrás de cada conducta disruptiva, lo que permitiría hablar de proceso de mejora o alternativas. Así, reconocer que no se atiende bien en clase puede llegar a relacionarse no sólo con la responsabilidad del alumno, sino con la metodología que empleamos como docentes y por tanto con la necesaria renovación en el conjunto de la gestión del aula. Este trabajo compartido nos permite aterrizar en trabajos de consenso para acordar unos mínimos comunes a todo el claustro docente sobre metodología y evaluación: una de las piezas básicas para iniciar un plan de mejora. 1. d.- .Analizar medidas actuales y alcance, necesidad de cambio Hay que dedicar tiempo a comentar y analizar las medidas que suelen tomarse ante cada conducta, para lo que se podría, en el caso de las Escuelas, revisar los partes que se firman y las sanciones que se aplican. Indagar, a través de un pequeño estudio, qué tipo de partes emitimos en un claustro docente, qué medidas se aplican, quiénes lo firman y con qué razones, mostraría el nivel de consenso que existe a la hora de aplicar el modelo de convivencia del centro. En algunos casos, tan solo analizar y describir los partes, sus motivos y quiénes lo firman-dónde-cuándo- a quién…, ha servido para realizar una puesta en común del propio modelo de convivencia en la Escuela y, como consecuencia, ha permitido reducir la indisciplina, gracias al avance de estrategias de mayor diálogo y conciliación. 1. e.- Las consecuencias en el modelo democrático Pretendemos elevar las consecuencias o medidas ante el incumplimiento de normas a la categoría también de normativa creada con la participación de todos los sectores de la Comunidad Educativa, fundada en valores no negociables y conocida y aceptada por todos, tanto en las aulas como en el conjunto de la Escuela, de manera que se entiendan como una parte del acuerdo, para evitar así que el proceso de negociación contemple sólo las normas, pero deje la aplicación de las consecuencias a criterios tal vez arbitrarios. Dentro del proceso de elaboración de las consecuencias, proponemos dedicar una atención especial a las usadas con el alumnado más disruptivo, que es el que necesitamos integrar con mayor urgencia. Para ello, hay que favorecer procesos de motivación y de incentivación de climas positivos. 1. f.- Promover una visión y versión positivas del clima escolar, los incentivos y la disciplina A la hora de acordar las consecuencias ante el incumplimiento de las normas, sería muy conveniente favorecer climas positivos, lo que obliga a desarrollar estrategias que permitan que todos los alumnos perciban a la Escuela como un lugar cercano. Para ello se puede partir de entrevistas y cuestionarios sobre aficiones, pasatiempos, etc., de manera que recabemos información sobre todos los perfiles de alumnado, y especialmente del que hemos denominado disruptivo. Organizar campeonatos deportivos, o de manualidades e inventos, y situar al frente a alumnado que manifiesta una difícil integración en la vida diaria del aula, equivale a abrir nuevas expectativas y favorecer estrategias inclusivas, que servirán de complemento y contraste cuando sea necesario aplicar medidas de integración ante la reiteración de incumplimientos. El alumnado disruptivo encuentra más sentido a integrar sus conductas en la normativa acordada ante las posibles medidas por actos de indisciplina – lo que hace que su equipo pierda un líder- por la exclusión de la sesión de clase donde debía realizar trabajos sobre gramática o geografía. El trabajo que proponemos en relación con la búsqueda de consecuencias positivas e incentivadoras, tales como la organización de espacios en el aula y en la Escuela que motiven el esfuerzo, acompañen la vida diaria de momentos de felicidad que toquen sus emociones y sus aficiones preferidas, es una apuesta por la inclusión e integración. 1. g.- Ante la falta de diligencia en el cumplimiento: los trabajos de rehabilitación social El modelo democrático inclusivo busca la concreción de medidas que impliquen trabajo social, de manera que el centro, el aula y el grupo entiendan como una seña de identidad del modelo de convivencia de su centro, que el incumplimiento de una norma ya acordada, debe ser pasible a realizar tareas que ayudan a mejorar el entorno, reparaciones necesarias, embellecimientos y adornos que animan la vida escolar. Mejorar un patio o una biblioteca permite una relación de corresponsabilidad con el entorno; si se lleva a cabo en pequeño grupo, se hace posible esa reparación que debe producirse entre los afectados por un determinado conflicto de manera que el aspecto relacional cuente en la reparación de los daños causados. Las experiencias indican que estas medidas rehabilitadoras permiten reflexionar sobre las conductas y sus consecuencias con mayor alcance que lo que se consigue con las de medidas punitivas basadas en los miedos sancionatorios y/o excluyentes. 2.-Propuesta de nuevas normas surgidas desde la participación Junto con el proceso de revisión de conductas, causas y medidas tomadas, es necesario impulsar un proceso simultáneo de elaboración de nuevas normas hasta lograr un consenso general. Aparentemente, lo ideal sería poder realizar el trabajo en frío, sin personas concretas implicadas en incumplimientos de normas o en frentes de conflicto. Pero esto llevaría a acuerdos que, pasado un tiempo, y a la hora de hacer que las normas se cumplan, pueden terminar en expresiones como: “si lo sé no acuerdo ni apruebo nada…”, lo que da idea del alcance de normas aprobadas y surgidas del análisis entre todos, frente al modelo de normativa impuesta desde arriba. En el marco de la tutoría, el momento de aula (denominado así cuando en cualquier actividad o área sucede un acontecimiento que permite analizar y debatir alguna problemática de alcance y que da lugar a normativa nueva) ha de ser un proceso guiado por la Comisión del Plan de Derecho Educativo para la Convivencia Escolar (PDECE), que permita auto-responsabilizar a cada grupo-clase. 3.- El papel de la conciliación, la mediación y el voluntariado-alumnado ayudante Las comisiones de ciudadanía de aula, a través de las Juntas de delegados de alumnado o familias, son el eje de la Comisión de Convivencia de la Escuela. Proponemos también que la Escuela disponga de una Comisión de Ciudadanía que coordine la mejora del aula. Para dosificar la intensidad de las problemáticas que se van abordando podría generalizarse la idea de que el voluntariado o la figura del alumno ayudante sirven para organizar el día a día de las situaciones leves; que para las actuaciones de gravedad media entre iguales cabe poner en marcha sistemas de mediación; y que para enfrentarse a problemas y conductas graves cabe recurrir bien a la Mediación o a la Conciliación, desde la Comisión de Convivencia de la Escuela, representativa de todos los sectores y responsable de la puesta en marcha de las normas y consecuencias pactadas. En el aula podrían favorecerse, a través de la participación de voluntariado, algunas responsabilidades elegidas cada mes o trimestre, que podrían ser individuales o de pequeña comisión (lecturas, club de poetas, científicos, deportes…). Proponemos una evaluación de cada coordinación desde el grupo-clase y autoevaluación mensual en tutorías con medidas de afirmación positiva ante el cumplimiento de proyectos concretos que es obligado concretar y diseñar, que pasa a validar el esfuerzo y forma parte del currículo evaluable complementario. En paralelo, en la Escuela aparecería una estructura de participación regulada similar a la de aulas, favorecedora de una participación activa en consonancia con los objetivos del Proyecto Educativo y el Plan Anual, con apoyos-incentivos de reconocimiento público. 4.-Delegados y delegadas, la comisión de ciudadanía Es la herramienta de conexión para las responsabilidades compartidas. Importa por ello hacer las cosas bien en el tema de la elección y el ejercicio de los delegados, dando tiempo a la presentación de proyectos, con equipos a modo de directivos del aula, representando distintas sensibilidades. Se ha llevado a cabo experiencias en algunas Escuelas con hasta tres responsables de ciudadanía por aula, elegidos, con roles de delegado, subdelegado y con una tercera persona como “defensora de la ciudadanía”. Esto configura la primera pieza de participación permanente que, unida a los posibles mediadores y al voluntariado, hace del aula un lugar de aprendizaje riguroso de la democracia, a través de proyectos que pueden ser evaluados y tener peso y presencia en el currículo. También existen experiencias innovadoras que integran en el aula a representantes familiares como vocales de aula, cuyo conjunto da lugar a una Junta de Familias que refuerza la vida de la Asociación de Padres y apoyan la gestión del aula. 5.-La Comisión de Ciudadanía de la Escuela como base para la formación del Consejo Escolar
Abogamos por la constitución democrática de la Comisión de Convivencia que denominamos de Ciudadanía pues tratamos de que aborde el tema de los valores necesarios para una formación ciudadana democrática. Desarrollar procesos de elección de los miembros de cada sector, determinar tiempos y casos en los que intervenir, procesos para su participación en la reelaboración de las normas de convivencia escolar, intervención en la gestión de la convivencia para los casos especiales, etc., generaría un hábito democrático de formación ciudadana. Como lugar de encuentro, la Comisión de Ciudadanía sería el observatorio desde el que valorar la marcha de la Escuela, dinamizar campañas que lleguen a los diferentes sectores, generar participación del entorno escolar.